La dama (capítulo XI)

– Pues muy bien, dígame usted

de lo que trata el misterio

de esta cita sin remedio,

en secreto en la basura

 de este parque y su hermosura

que parece un cementerio.

Doña Carla de Botijo

quiso empezar el sermón

con ternura y devoción,

midiendo bien las palabra.

Como si fuera una tarta

del bolso sacó la carta

con pura delicadeza,

y bajando la cabeza

empezó su serenata.

Melisa se preguntaba

con extrema rigidez

y hasta giraba su cara

y fijaba su mirada.

-Como ves nuera querida

hasta mis manos llegó

este papel que me intriga,

una carta, y es de amor.

-¿ Esta usted enamorada?

Doña Carla, ¡ Por favor!

Es usted una mujer

con una edad avanzada

viuda, después mal casada

con el señor de Botijo

y más tarde con un hijo

Se quedó sola de nuevo,

Son demasiados maridos,

Doña Carla ¡Se lo ruego!.

La señora de Botijo

perdió toda su paciencia.

-A ti te falta conciencia,

tú no quieres a mi hijo.

¿Recuerdas al juez  D. Luis?

la carta la manda él

su sirvienta la ha traído

y casualidad ha sido

que llegase hasta mis manos

y por eso la he leído

y de todo me he enterado.

Melisa quedó sin habla,

ante tal error fatal

pues si Ezequiel se enteraba

el tema sería letal.

-Esa carta no comparto

doña Carla, no es verdad,

él de mi se emcaprichó

y después me amenazó

con encerrar a Ezequiel,

lo acusó de asesinato,

y yo estuve solo un rato 

con él en la habitación,

pero todo fue peor

y se durmió en mi belleza,

ni me toma ni me deja

y aprovecha la ocasión 

amenaza sin razón

si no le enseño… el jamón.

– ¡Ay Melisa! No te creo

yo sé que Ezequiel es feo

y que le falta un hervor,

y que el juez es un señor

eso me consta y afirmo

y si es necesario firmo

por su gracia y por su honor.

-¿Honor? Señora Botijo

no conoce tal palabra

¿ Qué quiere decir con eso?

¿que D. Luis va de santito

y yo se la doy con queso?

Más le vale estar callada

que no quiero abrir la boca

señora de media toca,

usted sabe el acertijo

pinto, pinto golgorito

¿Qué padre tiene su hijo?

aunque a mi me importa un pito

es clavado al jardinero

D. Lucas, mozo caliente

y como sabe la gente

usted se quedó preñada

siendo viuda, no casada,

Ezequiel con cinco meses

de embarazo le nacía

su marido se reía

por tan inmenso milagro,

y como si fuera un cuadro

un hijo de cuatro kilos

llegó sano y bien nacido.

y una familia montaron.

Doña Carla no sabía

como salir de tal cosa

y más cuando pretendía

descubrir esas mentiras

que su niño no sabía.

-Además, señora Carla,

¿Recuerde el mes de febrero

hace diecisiete años

encontré a su jardinero

en su cama, Doña Carla

con usted, dale que dale

y por eso ya lo sabe

que yo hablo si usted habla.

El chantaje se servía

en una copa de plata,

Doña Carla sonreía

a su nuera con desgana.

-Pues lo dejamos en nada

nos callamos, hija mía.

Y con rabia se abrazaban

mientras la carta rompían.

Así termina esta historia

todo quedó como estaba,

cuernos, dama y otra dama

mientras Ezequiel dormía.

Mas no quedó sin valía

el borrico de Ezequiel

y a la cárcel lo llevaron

unos cuantos policias.
FIN
María del Mar Ponce Lopez

Reservados todos los derechos de autor.


17 comentarios en “La dama (capítulo XI)”

  1. Huy. Ya se ha acabado? Me apetecía más largo, aunque el vasto de Ezequiel tenía merecida la hiel en la carcel además de los apendices frontales. ¿Pero que le vamos a hacer? Pues esperar a la próxima ocasión. Un beso.

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  2. Pues ya está. Finito. Sanseacabó. Catapún chimpún.
    La risa de esta entrega me la ha provocado eso de «enseñar el jamón» 😀 😀 😀 😀
    Y, a título personal, cuando al principio saca la carta, he leído «tarta», con lo que me estaba imaginando un tartazo en toda la cara… hasta que he vuelto a releer bien el asunto, porque no me cuadraba… 🙂
    Gran trabajo al desarrollar tanto argumento en verso, como es el caso de tu libro «Tu vida y la mía». ¡Un aplauso! 😉

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